En el puerto de Cárdenas, al
norte de la isla de Cuba, tuvieron lugar los primeros cañonazos
españoles del 98, y los más encarnizados combates entre buques
españoles y norteamericanos.
En este puerto se encontraban
las lanchas cañoneras “Alerta” y “Ligera” en misión de
vigilancia y descubierta, y el remolcador “Antonio López”
artillado con un cañón Nordenfelt de 37 mm de fuego rápido. La
cañonera “Ligera”, construida en Cádiz, era una embarcación
pequeña de 20 m de eslora y 11 nudos de velocidad, que había
llegado para relevar a la “Alerta” en sus misiones de vigilancia,
mientras entraba en puerto para reparar pequeñas averías.
Cañonera Ligera
El 25 de abril la “Ligera”
se encontró con el torpedero americano “Foote”, al mando del
teniente Rodgers, 142 t y 25 nudos de velocidad, armado con tres
cañones de 37 mm de tiro rápido y tres tubos lanzatorpedos.
Empezaron las escaramuzas: la “Ligera” aproó hacia el torpedero
enemigo abriendo fuego con su cañón de proa. Con tan buena fortuna
que alcanzó de lleno al “Foote”, perforándole el casco a la
altura de una de sus máquinas, quedando el buque escorado a estribor
e inútil para seguir el combate, dándose a la huida. Al comandante,
teniente de navío Antonio Pérez, y su dotación se les recompensó
con la Cruz de María Cristina.
El día 11 de mayo, estando
las tres embarcaciones españolas atracadas en el puerto de
Contreras, buques americanos intentaron primero bloquear el puerto y,
a continuación, pasar a la acción de combate. Para ello contaban
con el torpedero “WInslow”, idéntico al “Foote”; el cúter
“Hudson”, armado con piezas de 37 mm y el cañonero “Wilmington”
de 1392 t. 15 nudos de velocidad, ocho cañones de 100 mm y cuatro de
57 mm; y el “Machias” otro cañonero de similares características
a éste. Estos dos últimos buques tenían parte del casco y de la
artillería principal blindada.
La escuadrilla americana
decidió atacar a los buques españoles, ordenando al “Winslow”,
por su menor calada, entrar en la bahía, reconocer y avisar de los
movimientos de los buques españoles. A continuación seguiría el
“Hudson”, quedando los cañoneros “Wilmington” y “Machias”,
por su mayor tonelaje, a la espera de los acontecimientos.
Las lanchas españolas
abandonaron el puerto buscando refugio en el litoral de la bahía de
Cárdenas, quedando el remolcador “Antonio López”, por su mayor
calado, atracado en el muelle.
USS Winslow en 1893
Sobre las 13.45 se destacó
el “Winslow” con orden de atacar el remolcador, entablándose
pronto fuego de artillería entre ambos buques. La precisión en sus
disparaos y la buena fortuna del remolcador hicieron que alcanzara en
repetidas ocasiones al “Winslow”, causándole destrozos y averías
en ambas máquinas y gobierno que le hicieron abandonar el combate,
resultando heridos en el lance su comandante y parte de la dotación.
El “Hudson” recibe la orden de ir en su auxilio intentando darle
remolque para sacarle de la trampa en que se había metido. Este
maniobra le fue propicia al “Antonio López”, que siguió
disparando sobre ambos buques produciéndoles graves averías y
numerosos heridos, entre ellos el segundo comandante, alférez de
navío Bagley, que murió en el combate.
USS Hudson
Por parte española no se
produjo ninguna baja mortal, sólo algunos heridos. El remolcador
recibió impactos que causaron pequeñas averías, reparadas en poco
tiempo. Su comandante, teniente de navío Montes, nacido en Santiago
de Cuba, fue recompensado con la Gran Cruz Laureada de San Fernando.
Los hechos
demostraron que la victoria fue completa: los buques americanos se
retiraron, no volviendo a atacar Cárdenas durante toda la guerra.
En
todas las publicaciones estadounidenses este combate es descrito como
una batalla contra poderosas baterías ocultas. A pesar de que el
comandante de
artillería Severo Gómez
Núñez niega su existencia en su libro "La Guerra
Hispano-Americana" de 1899, un año después escritores ingleses y
franceses continúan dando por buena la versión estadounidense.
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