martes, 1 de febrero de 2011

La primera batalla naval de Algeciras

En 1275, el sultán meriní Abu Yusuf desembarcó en la Península al mando de un ejército con el fin de ocupar la estratégica plaza de Tarifa. Apenas si contó con apoyo de los musulmanes de Granada que no veían con buenos ojos el extremismo que llegaba del norte de África. Tarifa fue tomada casi sin lucha. La respuesta cristiana tardaría un poco en producirse.

Debemos recordar que en la edad media, y durante bastante tiempo después, la época “buena” para la guerra iba desde el principio de la primavera hasta mediados del otoño. El invierno siempre, siempre era época de descanso.

En el año 1278 el rey Alfonso X envió una potente flota desde Sevilla con el fin de someter a bloqueo a dicha plaza ahora musulmana. La flota, formada por más de cien barcos de diferentes tipos, fue puesta al mando del almirante Pedro Martínez de Fe. Por su parte el sultán meriní se dispuso a formar una flota de 72 naves del norte de África con las que contrarrestar la flota castellana. El sultán de Granada decidió apoyar a sus hermanos de fe en la lucha contra los castellanos enviando 12 naves desde Almería; pues había tenido diversos enfrentamientos con los cristianos y pensaba que le convenía más tener un apoyo fuerte por parte de sus correligionarios.


Los castellanos tuvieron mala suerte, pues además de luchar contra los infieles eran parte del tablero de ajedrez que enfrentaba al rey Alfonso con sus herederos, especialmente el infante Sancho (futuro Sancho IV). Este se apoderó de los caudales destinados a sufragar a la flota, lo que condenó a los hombres a padecer graves problemas de abastecimientos. Los moros averiguaron el mal estado en el que se encontraba la flota cristiana, que llegó a sufrir una epidemia de escorbuto. Decidieron lanzarse al ataque.

El 25 de julio de 1278, con toda la calor del sur de la Península se lanzaron al mar para romper el bloqueo de la flota castellana sobre Tarifa. Los castellanos se pusieron en formación cerca de Algeciras.

Tenemos pocos datos sobre la batalla, los cronistas musulmanes loan a los guerreros de la fe y los cronistas cristianos simplemente acusan, siguiendo al rey Alfonso X, al recaudador de impuestos judío Zag de Maleha, quién sería apartado de todos sus cargos y posteriormente ejecutado. Mientras que el infante Sancho seguirá en su carrera particular por heredar a su padre.

Lo que sí sabemos es que la flota cristiana quedó prácticamente destruida. Lo que permitiría que los musulmanes meriníes volvieran a poner el pie en la península. Algo que no gustaría mucho a los musulmanes nazaríes de Granada, mucho más “civilizados” y menos puristas en su concepción del Islam.

Tarifa no volvería a manos cristianas hasta 1292.

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