viernes, 27 de agosto de 2010

Centurión, la película

Atención aviso. Esto no es un spoiler. Esto es una disección a lo bestia de la pinícula Centurión. Si no quieres seguir leyendo, te lo pondré fácil. Si vas a ir a verla no siguas leyendo. Si no vas a ir a verla o simplemente la vas a descargar de internet como yo: La pinícula es un truño de padre y señor mío.

Empezamos.....

Mal empezamos, un fuerte del Lejano Oeste lleno de romanos. Sí, un fuerte del Far West, he dicho bien. Una empalizada, con un par de torreones de centinela, varias tiendas de campaña en el interior. Todo muy cuco y recogido, sin muestras de la organización interna de un campamento romano, y eso que la voz en off nos dice que llevan dos años en ese infierno luchando contra los pictos; en el exterior no se ve un foso de protección, ni un muro de estacas puntiagudas, seguro que el enemigo puede llegar hasta el muro sin ser visto. Los centinelas merecen morir.

Coño, ya han atacado los pictos. Sabemos que son pictos porque lo dice el narrador. Yo sólo veo un puñado de tipos a pecho descubierto (estamos en invierno en Britania) sin el característico color azul que usaban los pictos. ¡Una mujer!, una mujer arquero está masacrando a los romanos sin tomar puntería. Han cogido prisionero al protagonista principal o, como decíamos en mi infancia, el muchachito.

Joderrrr, el general de la Novena Legión, bebiendo, echando pulsos y peleando en una taberna, junto con algunos de sus hombres. Un romano no se arrodillaba ante otro romano, ya puestos, no se arrodillaba ante nadie.

El muchachito tiene muchos cojones, a pesar de que lo están torturando los salvajes, sigue defendiendo a Roma hasta la muerte. Tiene una dentadura perfecta, me gustaría tener el odontólogo romano que lo atiende a él.

El general de la Novena está reunido con el gobernador Agrícola en Carlisle, un esclavo intenta matar al gobernador y hace aparición la fémina con cojones, aún no sé si es la muchachita, una muda que conoce a los pictos y podrá servir de exploradora a la Novena Legión.

En el campamento de los romanos se ven un montón de corazas segmentatas, no sé si es la correcta para este momento histórico. Los soldados de infantería llevan lanzas, la clásica lanza que conoce todo el mundo, un palo largo y una punta pequeña de metal en forma de hoja. ¿Donde carajo están las azagayas romanas de toda la vida?. Bueno, tenemos dos mujeres de armas tomar, una arquera picta y una muda que maneja la lanza con virtuosísmo. No pidamos mucho sentido histórico.

No sabemos cómo, el muchachito ha escapado de sus captores, aunque tiene las manos atadas, afortunadamente por delante. Corre, muchachito, corre. Mientras la Novena Legión está en camino, el héroe corre huyendo de los pictos. Inexplicablemente, corre por un sendero claramente delineado a través del bosque. Esto no puede terminar bien. Le persiguen cuatro pictos a caballo. De pronto, cuando todo está perdido y el muchachito se ha resignado a perder la cabeza, los pictos se han puesto a dar vueltas a su alrededor sin decidirse a matarlo, y claro. Llega el general de la Novena y se carga al jefe de los pictos. El resto de los pictos huyen a pie, ¿porqué han dejado los caballos atrás?. Estos bárbaros son idiotas, así no hay forma de librarse del Imperio Romano.

Al muchachito le dan un nuevo uniforme, ahora sí lleva una coraza de anillo de mallas, parece más histórica.
Siguen avanzando en busca de los pictos. En un bosque, una emboscada. Y claro, como los soldados llevan lanzas, pues no pueden defenderse bien contra enemigos que blanden espadas y hachas de tamaño reducido. El cuadro romano no está ni se le espera. La defensa es una mierda pinchá en un palo. Durante la marcha los romanos llevaban esa lanza y el clásico escudo cuadrado. En el combate nadie parece estar usando el escudo como defensa y nadie ha lanzado las lanzas, ¡que pasa aquí!, pero ya están luchando con espadas, espadas tan largas como las de los pictos, ¿dónde está el gladio?, esa espada corta que tan bien sirvió a las legiones junto con el escudo para hacer frente a un enemigo sin conocimientos de táctica de combate. Los romanos parecen tan bárbaros como sus contrincantes.

Eso sí, un montón de sangre y de cabezas cortadas. La arquera picta ha debido dejarse el arco en casa, digo en la cabaña, y está matando romanos con un hacha de una mano. Debe tener un brazo más grande que Terminator, la he visto cortar la cabeza a un romano, sin casco, de un solo tajo.

A pesar de que los pictos se han cargado a casi toda la unidad, creo que era una avanzadilla de la Novena Legión, el muchachito ha conseguido salvarse al caerle encima varios cuerpos de soldados muertos. Los malos han capturado con vida al general. La muda que hacía de exploradora es una traidora, la vemos con el jefe picto.

Vaya mierda. Los pictos debían tener repuestos militares a tutiplén, o no les gustaban los romanos, pues vemos que todos los cadáveres romanos siguen teniendo puesta toda su impedimenta. Nadie les ha robado nada. Estos pictos no saben cómo ganar una guerra. Resulta que han sobrevivido 7 u 8 legionarios y un mozo de cocinas. Se me olvidaba: es que soy muy politicamente correcto: ¡uno de los legionarios es negro!. Pero negro, negro. Negro de África, lo que llamaban un nubio. Y yo que creía que en las legiones sólo se podía alistar ciudadanos romanos; o sea, blancos y asimilados. Vemos que se han cargado a TODA la Novena Legión. ¡Bien por los pictos!. Lástima que los Anales no recojan nada sobre una Legión destruida completamente en Britania. La Historia es una mierda. ¡Viva Jolibú!.

Todo esto ha pasado en la primera media hora de película. Nos queda una hora de persecuciones campo a través. 7 romanos contra todos los pictos de Britania. ¡Apostad sobre el ganador!.

El negro corre más que todos los blanquitos juntos. Nos cuenta el cocinero que aquel era corredor de maratón en su juventud. Entonces el negro no era de Nubia, sino de Etiopía, seguro. Lo que se dice primos hermanos. Está en Britania con un grupo de blancos, yo apostaría que lo van a matar, o se va a sacrificar para salvar al general.

El campamento picto está desguarnecido, ya que los hombres no han vuelto después de masacrar a los romanos. Deben estar tomandose unas pintas en el pub. Nuestros 7 valientes van a asaltar el poblado enemigo. Seguro que los guardias nocturnos son fácilmente eliminables. Como si lo viera. ¡Alto!, si lo he visto miles de veces.

Eliminan a los guardias nocturnos. Llegan hasta donde está encadenado el general. ¡Y son incapaces de cortar una simple cadena de hierro!. ¡Qué mierda de héroes!. Tienen que retirarse sin poder llevarse a su general pues se acerca un grupo de caballería picta.

Uno de ellos ha matado al hijo del jefe picto, porque éste estaba jugueteando con el casco del general y eso no se hace. Una cosa es matar romanos y otra muy distinta jugar con los símbolos de poder. Me pregunto cómo es que ninguno se preocupa por rescatar las águilas: el símbolo sagrado de la legión romana.

El general romano lleva varios días encadenado a una roca, suponemos que sin comer ni beber. Los pictos lo liberan y le dan una espada. De pronto vemos aparecer a la muda con su lanza. Nos han informado que su familia murió a manos de los romanos y ella, aunque niña pequeña, fue violada y después le cortaron la lengua. Se entabla un combate singular. Por supuesto, parece que el romano va a ganar pero la muda se rehace y consigue matar al malvado opresor, enemigo de la alianza de cvilizaciones.

¡¡¡Una mierda!!!. Los pictos queman el águila romana. ¡Anda ya! ¡papa frita!. Hasta la tribu más ignara sabía que un águila romana era como dinero en el banco, la podían intercambiar por cualquier cosa que quisieran. A no ser que los pictos estén por encima de las cosas materiales de esta vida, y quieran demostrarnos que el imperio puede desaparecer cuando nos lo propongamos.

Nuestros siete valientes deciden dirigirse al Norte, pues, al no tener caballos pueden ser alcanzados por los pictos fácilmente. Así que deciden dar un laaargo rodeo.

¡Ahh! Ya tardaba. En un contraluz he visto los estribos de los caballos. Hasta ahora habían estado tapados con mantos o pieles o la toma elevada no permitían verlos. Pero el realizador no ha podido evitar mostrar unos bellos planos, lo digo en serio, de las montañas. En uno de esos se han visto varios caballos pictos galopando por la cima de una colina y se han visto claramente los estribos de los caballos. Este párrafo es un homenaje a Máximo y su comentario sobre los Rohirrin en la película del Señor de los Anillos. Comprendo que es muy difícil montar a caballo sin estribos, seguro que el seguro pedía mucho dinero para asegurar a los especialistas. Digo lo del Señor de los Anillos porque llevamos varios minutos viendo correr a siete tipos en la distancia en largos planos de una naturaleza salvaje, a través del hielo y por altas montañas.

El negro da las primeras señales de querer morir. Ha propuesto eliminar al peor corredor ya que les ralentiza la marcha. Perdón, digo el nubio de Numidia, o sea, un subsahariano de mierda. Vemos, por fin, a los pictos de azul. Se pintan la cara para indicar que están en una persecución a vida o muerte. Aunque se han pintado una raya cada uno, muy molona eso sí. Seguimos con las imágenes a vista de helicóptero, al estilo Señor de los Anillos, ¿lo he dicho antes?, muy chulas.

No comprendo cómo siete tipos a pie pueden mantenerse por delante de un grupo de caballeros. Todos los que de chico veíamos las pinículas de John Wayne sabemos que en las largas distancias el caballo es mejor que el hombre. Cuando por fin los alcanzan, tenemos un homenaje a Dos hombres y un destino; pero con mejor resultado, aún nos quedan 40 minutos de pinícula.

Pobre nubio, lo han puteado, pero bien. Al final me ha dado pena.
La pinícula se ha convertido en una aventurita de huidas y persecuciones. Aún falta el interludio amoroso. Supongo que la muda o, mejor aún, la arquera picta, se follará a un romano antes de cortarle los huevos.

Si antes lo digo antes ocurre. Los tres que quedan. ¿Cómo, sólo tres?. Claro no voy a destripar la pinícula completamente, así podréis verla. Los tres que quedan encuentra refugio en la cabaña de una bruja. Pasan allí dos noches y se produce el interludio amoroso, entre el muchachito romano y una bruja picta de muy buen ver. La muda y la arquera no han tenido sexo, lástima.

El desenlace final es una estupidez. Si un centinela ve a alguien acercarse galopando por terreno abierto hasta su puesto de guardia, gritando y gesticulando, a una persona sola, ¿qué debe hacer?. Pues eso, dispararle un flechazo y matarlo, porque él lo vale.

Después de lo mal que lo han pasado los pobres soldados, el gobernador decide que en Roma no deben enterarse de la destrucción de la Novena Legión. Ahora me explico porque los Anales no dicen nada de esa legión.

Y como toda pinícula de Jolibú, al final el muchachito se queda con la muchachita. Po fale, po m´alegro.

Conclusión:

La pinícula tiene dos momentos bastante buenos, dos peleas muy conseguidas. No es el típico caso de un montón de malos que van atacando al bueno de uno en uno, son dos peleas bien hechas, bien coreografiadas, siempre que olvidemos el sexo de una de las luchadoras.

Si teneis una hora y media y no sabeís que hacer, descargadla de Internet y pasad un ratito relativamente entretenido dejando vuestros conocimientos históricos a un lado.

1 comentario:

  1. Afortunadamente con tus opiniones casi nunca estoy de acuerdo (tiene que haber de todo), eso sí, me he reído con tu disección de la película un buen rato. Me puse a verla, duré 15 minutos, me aburría, pero tu descripción de esa escena en el fuerte del oeste y de la tipa con el arco es de antología. Tal y como lo cuentas.

    3 de septiembre de 20

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