jueves, 30 de julio de 2009

Lucha en el Norte

En diciembre de 1936 permanecen fieles a la República Vizcaya, la franja norte de Álava, Santander, gran parte de Asturias – con Oviedo como bastión nacional- y parte de León.

Se organiza una ofensiva vasca como parte de la respuesta al ataque nacional a Madrid, El general Francisco Llano de la Encomienda, jefe del Ejército del Norte, cuenta con la superioridad de sus tropas, que operan autónomamente en cada territorio: Asturias, Santander y Vizcaya. Aunque el plan original detallaba ataques en todos los frentes, al final acaba reduciéndose a una operación conjunta entre santanderinos y vascos para confluir sobre Miranda de Ebro (Burgos), mientras los asturianos intentarían sitiar Oviedo.

Con la aprobación del Estatuto y la constitución del primer Gobierno vasco, los nacionalistas se han implicado de lleno en la causa republicana. El lehendakari José Antonio Aguirre ha organizado un ejército vasco independiente que logra reunir a 25.000 hombres, organizados en 27 batallones de infantería (750 hombres), otros 6 de Sanidad, Transmisiones y zapadores, y un regimiento de Artillería. Las relaciones con el Jefe del Ejército del Norte no son buenas. El hombre del lehendakari es el capitán Francisco Ciutat, comunista, quién lleva desde septiembre intentado crear un Estado Mayor en el Ejército del Norte. Ciutat ve el peligro de la escasez de mandos militares y en la precaria organización del Ejército, que cuenta con unidades nacionalistas, socialistas, comunistas y anarquistas que combaten al lado, pero no juntas.

La primera ofensiva del ejército vasco ya está organizada. Toda Álava está en manos nacionales excepto la franja norte defendida por el monte Gorbea. El objetivo de la ofensiva es conquistar Vitoria y romper la comunicación de Sevilla con París abriendo de nuevo la frontera francesa para los republicanos.

El ataque debía dirigirse a tres puntos principales: la ocupación de Murguía (Álava) desde el pueblo de Barambio y desde el monte Gorbea, el ataque a Villarreal, y la ofensiva contra las posiciones del puerto de Arlabán, que une Álava con Guipúzcoa. Sin embargo, ante las noticias de que los facciosos disponían de más fuerzas de las previstas, las órdenes cambian a última hora: se atacará Villarreal. Villarreal era un punto estratégico importantísimo. Si el nuevo ejército de Euskadi lograba ocupar esta posición, se ponía a tiro de piedra de Vitoria.

El volumen del ejército vasco suponía un cuerpo muy poderoso que debía poder aplastar la escasa resistencia de los pocos nacionales de Vitoria, a los que Mola había escatimado refuerzos para mandarlos a otros frentes. Los nacionales podía perder todo lo ganado en el Norte si el ejército vasco recuperaba Vitoria para la República.

El 30 de noviembre comienza la ofensiva sobre Villarreal, el lehendakari y Ciutat siguen las incidencias desde muy cerca. El ejército vasco ocupa las alturas y rodea Villarreal fácilmente ocupando pequeños pueblos en las faldas del monte Gorbea y apoderándose de los embalses que abastecen de agua a Vitoria. La prensa vasca califica el ataque de brillante y el diario Euzkadi titula “Comienza la reconquista”.

El general Emilio Mola reacciona enseguida enviando refuerzos para defender Vitoria, entre los que se encuentran tropas moras: el diario Euzkadi titula “Los vascos, como en el siglo VIII, impedirán el paso de la morisma”. Pero la gesta de Roncesvalles es sólo un recuerdo. Tres días después el general Emilio Alonso Vega consigue romper el cerco de Villarreal. La presión del ejército vasco continúa aún algunos días, sin avances significativos ni en el centro ni en los flancos. Se llega a bombardear Vitoria pero sin eficacia palpable. Los cazas rusos que apoyan al ejército vasco no muestran combatividad alguna “.....en las operaciones de Villarreal, la aviación enemiga venía tres o cuatro veces al día siempre a la misma hora, y se les dijo a los rusos, pero siempre llegaban cuando los otros se habían marchado...” recuerda el responsable de Artillería Casiano Guerrica-Echevarría.

La prensa de Madrid recoge historias magnificadas de los combates y los avances de las tropas republicanas pero la realidad es otra. La niebla y la nieve impiden muchos días las operaciones militares y la línea del frente termina estancándose. La ofensiva se suspende y se salda con un fracaso que ha costado unos 800 muertos y 4.000 heridos al bando republicano. Los defensores de Villarreal acuñaron el apodo de Napoleonchu con que desde entonces se conoció al lehendakari en la zona nacional.

Parece que no se ha cometido un único error, sino que varias circunstancias se han unido para desperdiciar la clara ventaja que tenía el ejército vasco sobre el papel. Primero, la falta de coordinación en el mando, dividido entre el propio lehendakari Aguirre, Francisco Ciutat y el jefe sobre el terreno Modesto Arambarri. Segundo, la composición de los batallones: ligados cada uno a una ideología política concreta, atienden a menudo más a su partido político que a la jefatura militar. Tercero, la caótica situación de las comunicaciones que llega a anular la operatividad de los milicianos. Y por último, existe una acusación repetida respecto a la preparación de los combatientes, faltos de instrucción y con mandos muy jóvenes no profesionales.

También se le achaca al lehendakari, cuando las tropas vascas embarrancaron en las afueras de Villarreal sin completar la maniobra envolvente, no haber pedido el apoyo de las brigadas asturianas que esperaban en Castro Urdiales la orden para incorporarse al frente de Villarreal: en solo tres horas podrían haberse sumado al grueso del ejército de Euskadi para avanzar hacia Vitoria en una sola jornada.

Ahmete

1 comentario:

  1. Muy interesante el artículo, he tenido algún problema para encontrar los pueblos en google maps e ir "siguiendo la jugada" pero desconocía por completo la ofensiva sobre Vitoria-Gasteiz.

    Un saludo y felicidades por el blog!

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